Dedicatoria

Dedicado a Rafa Blas, Juan Saurin, Fer Varela, Andy C, Matt, Frank, Jessy, Andrea, Bea, Noelia y todos los miembros del club de fans de Rafa Blas.

domingo, 19 de abril de 2015

La noche que todo empezó.

Una noche como cualquier otra, tras la cena me puse a ver la televisión, un talent show para entretenerme un rato antes de irme a la cama.  
Me levanté a la cocina para coger un vaso de té, tenía sed. Justo en lo que tardé en regresar al salón, un par de minutos, al cruzar la puerta escuché los primeros acordes de una voz diferente, me puse nerviosa no podía creer lo que estaba escuchando.  
Me apresuré a ponerme delante del televisor. Era increíble, sentí la sensación de aquél jurado al darse la vuelta para ver quién había detrás de aquella voz. 
No podía dejar de mirar, estaba temblando, con el vello de punta. No daba crédito a lo que me estaba ocurriendo. Pensé para mí: "Ya tenemos ganador y si no gana, a mí ya me ha ganado!". Terminó su intervención, me giré y le dije a mi madre: "Ojalá saque un disco pronto, yo lo compraré".  
  
Como si nada, lo que solía ser una noche cualquiera de un día laborable en la que sólo buscaba un programa para entretenerme antes de irme a dormir y desconectar después de un día de trabajo, se convirtió en el día especial de la semana. Contaba las horas para volver a ver otra intervención, tenía que volver a escucharlo y verlo. Como si se tratara de un ritual, preparaba las noches de programa dispuesta a estar horas pegada al televisor solo por verle a él. (Hasta ese momento no solía ver nada que durara demasiado tiempo para irme a la cama temprano, no me apasionaba estar mucho rato viendo la televisión).  
  
Y llegó la gran Noche, la noche de nervios para todos, deseaba estar allí presente, pero me conformé con verlo desde casa. De nuevo el ritual para no perderme ni un solo detalle, era la final, verle ganar era cuanto deseaba en ese momento. Lloraba, reía, me emocionaba, estaba nerviosa, me levantaba, no sabía que hacer, tardaba mucho en llegar cada nueva actuación suya. A mi al menos me pareció una noche interminable, se hacía tan lento el pasar de los minutos... Tras unas horas de tensión, ¡por fin el momento en el que anunciaban el ganador! Sí era él, tal y como yo había sentido semanas atrás, ¡no podía estar más feliz!  
  
Me fui a la cama con la alegría por saberle ganador y con tristeza porque se acababa el día especial de la semana. 
  
  

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