Pasaron un par de meses desde el primer concierto y estaba deseando volver a repetir. Estaba en mis vacaciones de Navidad y pensé en hacerme otro regalito. Tenía que ir a otro concierto. Ya se habían celebrado varios pero no había podido ir. El tiempo y el dinero no me lo permitían. Así que lo planifiqué también con antelación.
Ahorraría unas semanas más y ya podría ir. Busqué un concierto que no estuviera a demasiados kilómetros y que no fuese complicado ir desde mi ciudad. Reservé la entrada, el tren y el hostal. Ya lo tenía todo, pero me alojaba a unos kilómetros del pueblo en el que tendría lugar el concierto, así que no tuve más que preguntar en el club de fans por quién podría recogerme y enseguida encontré a una acompañante. En esta ocasión no quise pedirle a mi amigo que me acompañara porque puede que pensara que era una cansina o una aprovechada.
Mientras esperaba que llegara el concierto, celebraron un concurso para promocionar a nuestro ídolo, y al igual que en otros me animé también a participar. Se me ocurrió que como en mi ciudad no era muy conocido debía salir a la calle y animar a la gente a que comprara su disco. Y así lo hice, preparé unos carteles y me llevé a mi madre con la cámara para grabar el momento (tenía que subir el vídeo al grupo para participar en el sorteo), fue muy divertido. Descubrí que el talento de mi madre no está en el manejo de la cámara. Semanas después sabría que era la ganadora de una preciosa foto firmada. Ahora está enmarcada y presidiendo el salón de mi casa.
Aquél día no lo olvidaré jamás. Muy nerviosa como de costumbre cogí el tren, con mis auriculares iba escuchando los temas y pensando en como sería este nuevo concierto, y en como sería la chica que me iba a acompañar esa noche. Había hablado con ella a través de la red y por whatsap pero no la conocía en persona. ¿Me caería bien? ¿Me vería como demasiado ansiosa por el concierto? Llegué a la estación y me fui para el hostal, andando porque lo había elegido cerca para no complicarme mucho. Un lugar muy acogedor y perfecto para lo que yo lo quería que era solo para dormir unas horas. Esperé a la fan que me iba a recoger y llegó poco después, ya habíamos concretado previamente la hora. En su coche verde, estaba aún más nerviosa que yo. Ella ya había vivido más conciertos pero vive cada nuevo concierto como si fuera el primero. Yo creo que realmente sus nervios crecen cada vez más. Es muy simpática y aunque un par de años más joven que yo, nos llevamos muy bien. Es divertida y su nerviosismo a mi me resulta muy especial. Allí que nos fuimos las dos fans en el coche cantando las canciones a toda voz y en dirección a otra gran noche. Llegamos algo temprano y buscamos el teatro, algo escondido por cierto. Una vez ubicadas, tuvimos tiempo de tomarnos algo y contarnos algo más de nosotras ya que poco sabíamos a parte de que nos encanta nuestro ídolo. Yo le preguntaba si tendría la oportunidad de saludar al "jefe" (así llamamos cariñosamente a nuestro ídolo en el club de fans). Ella ya lo había hecho y yo tenía muchas ganas de que ese momento llegara. Sentadas ya en el teatro, desde nuestra primera fila, estábamos deseando que empezara. Más que primera fila, era a pie de escenario, podría haberle tocado tan solo con estirar el brazo. Y ahí aparecieron, tan cerca, con un aire algo diferente dado que ese concierto era acústico, el primero había sido eléctrico. (Hasta entonces no tenía ni idea de la diferencia) A mí me pareció más intimo y más sensible. Me encantó volver a sentir esa sensación de felicidad. No habían acudido muchos miembros del club de fans, y el público parecía algo tímido, a nosotras nos costaba mantenernos sentadas y no levantarnos para aplaudirle y jalearle, pero no queríamos molestar a los que estaban sentados detrás. Al final, como era de esperar, todo el público terminó en pie.
Para mí, lo más especial de aquél día fue que por fin pude conocerle en persona. Aún no puedo creer que lo único que supe decirle fue: "soy Virgy la de Jaén"; vamos ¿no tenías nada más inteligente que decirle? pero la verdad es que no era capaz de dar dos palabras seguidas de la emoción que sentía en ese momento. Su manager nos hizo una foto con mi cámara, ahí estoy yo con una cara de tonta, como una quinceañera, pero sí, muy muy feliz.
Cuando ya terminaron de hacerse fotos todos los que quisieron, se acabó y nos marchamos del teatro. No dimos más de diez pasos y dijimos: ¿Porqué no esperamos a que salgan? se merecen que sus fans estén aquí para despedirles. Pese a los titubeos y la vergüenza de mi compañera de viaje, nos quedamos allí esperando hasta que fueron saliendo. Primero el manager, luego los músicos, pero y él... no salía... Nos quedamos un rato charlando con los músicos, simpatiquísimos por cierto, y al fin salió él. No sé quién estaba más sorprendido si él o nosotras. No sé muy bien si su cara era de sorpresa o si pensaría que éramos dos locas buscando un ansiado autógrafo.
No, no era así... nos limitamos a despedirle, porque para eso nos habíamos quedado a esperar. Al menos pude decir algunas frases más coherentes que la de presentación.
Un momento corto, pero fue encantador. Y nos marchamos.
Y ahí mi compañera de viaje se convirtió en amiga, habíamos compartido un momento de vergüenza infinita. El viaje de vuelta fue toda una odisea, parada de la autoridad, búsqueda de gasolina,... hoy nos reímos y lo recordamos con alegría, pero ¡qué nervios pasamos!
Al día siguiente al llegar a casa, volví a soltar la mochila corriendo y sentarme con mi madre para contarle todo, y "sorpresa": mensaje de "el jefe" para preguntarme si había hecho un buen viaje. La noche anterior le había contado que teníamos que hacer parada y luego dirigirnos cada una a su destino, ella en coche y yo en tren.
Era increíble que lo recordara y que se hubiera preocupado, además de agradecernos nuestra asistencia al concierto. ¡Gracias a él por permitirnos disfrutar de esa voz! Ahí descubrí que además de una gran voz era una gran persona, porque pocos son los ídolos que tienen esa cercanía con sus fans.
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